Por lo general, las patologías que aparecen antes de que una persona se inicie en el mercado laboral no pueden ser causa de incapacidad permanente, a no ser que empeoren una vez se ha comenzado a trabajar- siempre que limiten funcionalmente a la persona-. Y eso fue exactamente lo que le ocurrió a Raúl, cuyas migrañas se volvieron tan severas y frecuentes que tuvo que dejar su empleo tras una larga baja médica.
Tu migraña aún se puede curar
Esta es la impresión que se llevó Raúl, consultor de sistemas, cuando fue valorado por el tribunal médico tras su solicitud de incapacidad. Los inspectores médicos certificaron que estaba afectado de "migraña sin/con aura, episódica de alta frecuencia", pero que quedaban posibilidades terapéuticas por agotar (otros tratamientos a probar) al ser muy joven.
La Dirección Provincial del INSS respaldó completamente esta conclusión y emitió una resolución, en marzo de 2022, denegándole la prestación de incapacidad permanente. Después, el trabajador presentó una Reclamación Previa que, lamentablemente, fue desestimada. Y el siguiente paso fue pelear ante los tribunales.
La batalla contra la enfermedad
La lucha de este consultor de sistemas comenzó en 2013, cuando surgieron sus primeros episodios de cefalea, hasta que en 2015 fue diagnosticado con cefalea diaria crónica de perfil tensional. Pero a partir de 2019 el diagnóstico cambió a migraña.
En el juicio, que tuvo lugar en el Juzgado de lo Social nº 14 de Madrid, demostramos que nuestro defendido se enfrentaba a un dolor de tipo pulsátil en el cráneo, que además le generaba fonofobia y fotofobia, cuyas consecuencias eran náuseas graves y vómitos. Recordemos, a modo informativo, que la fotofobia es una sensibilidad anormal a la luz, mientras que la fonofobia es un miedo irracional a los sonidos fuertes e inesperados.
A pesar de someterse a diversos tratamientos farmacológicos, Raúl no experimentaba mejoras significativas. Y a medida que avanzaba el tiempo, la situación empeoraba. En 2021, sufría más de 20 migrañas al mes. Y en 2022, el promedio mensual era de 25 días con migraña.
Ningún tratamiento funcionaba, de modo que, desesperadamente, el trabajador tomaba ibuprofeno a diario. Esta guerra continua contra su dolencia no solo afectó su salud física, sino también su bienestar mental.
Comienzo de la vida laboral
A pesar de que la migraña de nuestro cliente existía antes de su entrada al mercado laboral, como señalábamos al principio de este post, cuando empezó a trabajar su capacidad funcional se vio reducida porque coincidió en el tiempo con el empeoramiento de la patología. Y, como hemos visto, las perspectivas de mejora eran sombrías.
El Desenlace: la Incapacidad Total
La jueza que llevó este caso afirmó, en su sentencia, que la situación médica de este profesional era previsiblemente crónica e irreversible, y resaltó que la migraña perjudicaba no solo su salud física sino también sus capacidades cognitivas. Mencionó, concretamente, que estaba limitada su capacidad para concentrarse y prestar atención, habilidades cruciales en su profesión de consultor de sistemas. Además, subrayó que también eran evidentes las dificultades para el uso de pantallas de ordenador.
Debido a esta intersección entre su condición médica y las demandas de su profesión, la magistrada tomó la decisión de conceder a Raúl una pensión de incapacidad permanente total, del 55% de su base reguladora mensual de 1.564,64 €. Este resultado es un ejemplo de cómo la perseverancia puede dar frutos, y de cómo reclamando ante la ley se puede llegar a conseguir apoyo económico de la Seguridad Social en momentos de necesidad, aunque la prestación se haya denegado previamente por vía administrativa. ¡E independientemente de la edad!
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