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La tetralogía de Fallot es una dolencia congénita, de nacimiento, que afecta al flujo de la sangre en el corazón. Y cuando la persona es adulta, puede tener más probabilidades de sufrir arritmias, endocarditis y otras complicaciones cardiacas. Nuestro cliente, Martín, había sido intervenido por padecer esta patología y llevaba marcapasos desde los 16 años. Y a la hora de realizar su trabajo como operario de fábrica se encontraba muy limitado. Por ese motivo, decidió luchar judicialmente por la incapacidad permanente que el INSS le denegaba.
Solicitud de incapacidad
En el año 2020 Martín realizó una solicitud de incapacidad permanente cuando llevaba poco más de un mes de baja por fibrilación auricular, y la respuesta de la Seguridad Social fue negativa. Dicha decisión se basó en el dictamen del tribunal médico, que tras evaluarle señaló que estaba “actualmente estable”.
El trabajador, que continuó en situación de incapacidad temporal, ese mismo año se había tenido que someter a una ablación ventricular, una operación que tiene como fin bloquear las señales defectuosas que provocan latidos rápidos y erráticos. Por este motivo, no estaba de acuerdo con la resolución y tramitó una Reclamación Previa, aunque esta también se desestimó. Y acabamos en los tribunales.
Disnea por esfuerzo físico
En el juicio, que se celebró en octubre de 2022 en el Juzgado de lo Social nº 8 de Barcelona, destacamos que Martín acusaba una “insuficiencia pulmonar severa residual” desde muy joven. Y que hacía solo cuatro años le habían diagnosticado taquicardias vasculares, por lo que tuvieron que realizarle la ablación antes comentada.
Como argumento legal, probamos que nuestro defendido encajaba en la clase funcional II B de la NYHA (escala de la New York Heart Association, muy utilizada por la jurisprudencia). Esto quiere decir que existe el paciente se encuentra bien en reposo, pero que la actividad física habitual le causa disnea -falta de aliento-, cansancio, palpitaciones…
Asimismo, aportamos informes que acreditaban que este peón de fábrica tenía una fracción de eyección (FEVI) del 40%, lo que es sinónimo de insuficiencia cardíaca.
Su profesión, incompatible
Paralelamente, trasladamos al juez el profesiograma del trabajador, donde se puedo comprobar que, como operario de línea de producción, el demandante tenía que estar un 75% de la jornada de pie y cargar pesos de entre cinco y 20 kilos, además de recoger materiales, usar herramientas manuales y transportar acabados.
La contradicción del INSS
Curiosamente, tanto en el informe pericial del INSS como en un dictamen posterior del ICAM -tras un control de su baja- se afirmaba que “el actor está limitado en la actualidad para realizar actividades que requieran esfuerzos físicos de moderados a elevados”, algo que era inherente a su profesión.
La sentencia, con 1.500 € de atrasos
En la resolución judicial se puede leer que “no parece discutirse que en la actualidad el actor está limitado para realizar actividades que requieran esfuerzos físicos y, por tanto, para la realización de los cometidos esenciales de su profesión habitual”. Tal y como habíamos alegado nosotros.
Y si bien el magistrado no le concedió efectos retroactivos desde la primera vez que Martín fue valorado por el tribunal médico en 2020, al llevar en ese momento tan solo 42 días de baja médica, sí condenó al INSS a concederle una incapacidad permanente total de 786,15 € al mes. Y con efectos económicos desde agosto de 2022, por lo que ha podido cobrar dos meses de atrasos, es decir, un pago adicional de más de 1.500 €.
Lee la sentencia a continuación:
