Estas dos enfermedades son recurrentes en las sentencias sobre incapacidad permanentes. Cuando se demuestra ante la ley que son graves, los jueces suelen emitir una resolución favorable a los demandantes. Así ha ocurrido, una vez más, con Gemma, una peluquera autónoma con fibromialgia y depresión, ambas en grado severo. Hemos conseguido para ella una incapacidad permanente absoluta.
En noviembre de 2017, Gemma vio denegada su petición de incapacidad permanente. Por vía administrativa, el INSS consideró que sus patologías no merecían ninguna prestación de este tipo por no poder trabajar. Se le diagnosticó solamente un “deterioro cognitivo ligero” debido a la fibromialgia, la fatiga crónica y la distimia (una clase de depresión menor). Aunque sí se le reconoció la “limitación funcional” que le causaba su gonartrosis -enfermedad de rodilla-. No obstante, y pese a ello, no le otorgaron ningún tipo de incapacidad permanente.
Documentación aportada en el juicio
Gemma nos pidió entonces que lleváramos su caso, el cual se celebró el 29 de abril de este año. En él, nuestros abogados presentaron al juez una serie de informes médicos que fueron decisivos para que la demandante lograra su objetivo. Uno de ellos calificaba la fibromialgia de nuestra defendida como muy grave, y que le provoca una “capacidad funcional muy limitada”. Añadiendo que “debe evitar situaciones de estrés y que conlleven sobrecarga articular y muscular”. Solo por esta dolencia, en la sentencia se puede leer que “la paciente estaría impedida para el desempeño de todo tipo de actividad”.
Pero, además, corroboramos que Gemma sufre un trastorno depresivo mayor, con “tendencia a la inactividad, aislamiento en domicilio y amnesia”. En este sentido, “dicha enfermedad viene a empeorar sin duda el estado y la capacidad funcional de la actora”.
La decisión del tribunal
El Juzgado de lo Social nº 22 de Barcelona ha concluido que “en definitiva, y a la vista de la documentación médica aportada, existe limitación de entidad suficiente para impedir el normal desempeño de cualquier profesión”. Gemma consigue así una pensión por incapacidad permanente absoluta, del 100% de su base reguladora. Ha pasado de cero a uno de los máximos niveles de incapacidad, gracias a haber tenido la iniciativa de reclamar ante la ley.
Los efectos económicos que indica la sentencia son desde noviembre de 2017, cuando a la ahora ganadora del proceso le negaron desde la Seguridad Social cualquier tipo de incapacidad permanente. Debido a ello, Gemma ahora cobrará los atrasos de casi un año y medio en un solo pago, además de la pensión mensual que ya percibe desde la salida de la sentencia.
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