Raquel vio agotada la vía administrativa y acudió a nuestro bufete después de que la Seguridad Social no le concediera ningún tipo de pensión a pesar de su grave enfermedad. Ella estuvo de baja médica por depresión y, cuando su incapacidad temporal acabó, solicitó una prestación por incapacidad permanente absoluta. Fue entonces cuando empezaron los problemas.
Sin embargo, cuando nuestro equipo de abogados llevó el caso ante el Juzgado de lo Social nº 20 de Barcelona, esta cajera de supermercado de 49 años obtuvo lo que necesitaba. Gracias a una sentencia fechada en abril de este año, logró la Incapacidad Absoluta por no poder trabajar. El INSS anteriormente había dictaminado que, aún con su persistente depresión -agravada con un trastorno de personalidad-, Raquel debía dar por finalizada su baja laboral y reincorporarse al trabajo.
De la negativa al reconocimiento del juez
En el proceso judicial en el que intervinimos, pudimos demostrar la gravedad de la patología de nuestra cliente. Y cómo le imposibilita para trabajar en cualquier tipo de profesión. Raquel padece una depresión grave con trastorno psicótico. A ello se suman episodios de alucinaciones auditivas y visuales, junto a otras dolencias que le han llevado a ser ingresada en urgencias en repetidas ocasiones, quedando incluso ingresada en 2017 durante varios meses.
El magistrado concluye en su resolución que:
“las lesiones que padece la parte actora suponen a la misma una limitación funcional para la realización de cualquier tipo de actividad laboral con un mínimo de rendimiento de forma permanente.”
Además, en el texto queda constancia de que la trabajadora ha empeorado su estado de salud en los últimos meses.
Un enfermedad crónica que lo merece
La justicia ha considerado que los informes médicos de la clínica psiquiátrica que ha tratado a Raquel durante gran parte de su vida (desde que ella tenía 28 años) deben prevalecer al dictamen puntual que realizó en su momento la Seguridad Social. La decisión del juez se basa también en otras sentencias existentes, donde con un cuadro de depresión grave, persistente y progresivo -como en este caso- se reconocía la incapacidad permanente absoluta.
Pudimos conseguir así para la demandante una pensión por Incapacidad Permanente Absoluta que, a su vez, tiene efectos retroactivos. Por esta razón, esta cajera de supermercado que nos pidió ayuda cobrará los atrasos no percibidos desde marzo de 2018. Mes a mes, Raquel cobrará ahora el 100% de su base reguladora por estar incapacitada para desarrollar cualquier empleo “con un mínimo de rendimiento”, conforme argumenta el Juzgado de lo Social nº 20 de Barcelona.
Consulta la sentencia íntegra en el documento que puedes encontrar más abajo: